Jacques Cousteau decía que los humanos “olvidamos que el ciclo del agua y el ciclo de la vida son uno
mismo”. Es evidente que el agua es el componente más importante de la naturaleza, sin su adecuada
gestión se resquebraja el vínculo entre el ambiente y la sociedad, por ende, se imposibilitaría el anhelado
desarrollo sostenible.


Cada 22 de marzo se conmemora el Día Mundial del Agua, implementado hace 30 años, como un
mecanismo para concientizar sobre la importancia del líquido vital, pero ¿estamos haciendo bien las
cosas?; para avizorar una respuesta, compartimos las siguientes estadísticas: el 30% de la población
humana carece de acceso a agua potable, más de la mitad de los humanos no disponen de servicios de
saneamiento, cerca de 300 mil niños menores de 5 años mueren anualmente por beber agua no
potabilizada, 2 mil millones de personas habitan en países con problemas de escasez hídrica, más del
80% de aguas residuales vuelven a la naturaleza sin recibir tratamiento; ante lo expuesto, es indudable
que la respuesta es que no y que la situación podría empeorar. No es suficiente que la gestión del agua
se centre solo en el agua para consumo humando, sin considerar el tratamiento de aguas residuales y el
riesgo ante eventos climáticos.

Que la conmemoración de este día nos advierta que, de los recursos hídricos depende nuestra
supervivencia; acelerar esfuerzos para impulsar medidas de óptima gestión del agua, es uno de los
grandes desafíos que tenemos todos los habitantes del planeta.